Mi historia
Nací en Oberá, Misiones, en 1992. Crecí rodeada de verde, de yerbales, de madera, de aire húmedo y sueños grandes que todavía no tenían nombre. Mi papá tenía un aserradero y mi mamá —además de ser odontóloga— hacía carpintería. Entre virutas, tablas y el olor a madera recién cortada aprendí lo que es crear con las manos, dar forma a algo desde cero.
De chica jugaba a diseñar vestidos para mis amigas, intervenía mis propios zapatos. En casa las ciencias de la salud eran casi un idioma: mi mamá odontóloga y mis tres hermanas médicas. Yo también lo soy, clínica y gastroenteróloga. Entre pacientes y consultorios, me hice tiempo para diseñar y producir esta primera colección. Un esfuerzo enorme, pero también la prueba más linda del amor que siento por el diseño de zapatos y la moda.
El descubrimiento
La moda siempre fue mi refugio. Mi espacio para crear, para ser yo. Hacía mis propios zapatos, soñaba con aprender diseño y en 2024 decidí hacerlo realidad. Estudié diseño de calzado y, un año después, participé de un workshop que me encendió la chispa definitiva: ahí nació la idea de yeyé.
Más que un proyecto, yeyé es mi forma de decir “sí” a lo que realmente me mueve. Es una especie de rebeldía amorosa: elegí la medicina, pero también elegí mi deseo, el de diseñar, el de crear algo propio.
La inspiración
El mar es mi lugar en el mundo. Me da calma, frescura, libertad. De ahí salieron los colores y las sensaciones de mi primera colección, pensada para el verano.
La madera, que fue parte de mi infancia, y el cuero, ese material noble, duradero y elegante, se convirtieron en los protagonistas.
El estilo boho chic cierra el círculo: liviano, relajado, desestructurado, con alma libre.
El propósito
yeyé nace para invitar a las mujeres a rebelarse, a elegir distinto, a romper con lo establecido. Así como yo rompí con el mandato familiar, la marca propone salir de lo predecible del calzado femenino en Argentina: lo formal, lo correcto, lo de siempre.
yeyé es libertad, verano, naturaleza y estética. Es diseño con materiales nobles y con propósito. Es una manera de pisar distinto.
El nombre
Durante un viaje por Panamá conocí un grupo de amigos que empezó a llamarme “yeyé”. Allá, “yeyé” se usa para describir a alguien que se arregla mucho, que ama vestirse bien, lookearse incluso para ir a la playa. Y era tal cual: yo siempre estaba producida, con mis accesorios, mis looks, mi amor por los detalles. El apodo me quedó como un recuerdo entrañable de esos días de mar, música y libertad.
Cuando llegó el momento de ponerle nombre a la marca, no lo dudé. yeyé reúne todo eso: mis raíces en Misiones, el mar que amo, la energía de crear algo propio y ese costado glamoroso que me acompaña desde siempre. Es corto, suena lindo y, sobre todo, me representa.